SAHORI, ANÉCDOTA EN EL TRANSPORTE PÚBLICO, MANOSEADA, RELATO # 2. 6643093499

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En cierta ocasión muy de madrugada iba rumbo a mi trabajo en una "CALAFIA", como es común, el transporte iba al tope, yo estaba parada casi en la puerta del camión cuando en una parada se subió un caballero bien vestido, nada feo y con un aroma agradable que contrastaba con el aroma dominante en el interior del camión, eso le dio un poco de alivio a mi olfato, al principio se paró a mi lado, pero luego subieron más personas y el caballero se recorrió un poco y se paró detrás de mí, al instante no me percaté de esa acción, pero luego vi como su brazo izquierdo me rodeaba y se sujetaba en el tubo que estaba cerca de mí, literalmente quedé atrapada entre sus brazos, y no podía quitarme de allí, así que me quedé quieta. El camión siguió andando, y en las sacudidas provocadas por los baches del camino comencé a sentir primero, un roce ligero, pero luego comenzó a pegarse más intensamente a mí. No sé si era mi imaginación pero sentía algo duro entre mis nalgas, concluí que se había excitado y tenía el pene erecto, al principio me sentí aterrada, nerviosa, con ganas de empujarlo, pero me dominó el miedo a equivocarme y no hice nada. Mi corazón palpitaba fuerte, estaba alterada, confundida, era una mezcla de sensaciones, me sentía ultrajada pero me gustaba.

Ya casi a mitad de camino con descaro, el hombre bajó su mano y comenzó a sobarme las nalgas, mi corazón casi se salía de mi pecho de miedo y excitación, cerré mis ojos y me dejé llevar, y como hipnotizada, comencé a levantar y tallar mi trasero contra su pene en cada salto que daba el camión. Sentía como su pene rozaba cerca de mi culo, era realmente exquisito sentir un trozo de carne cerca de mi culo, para ayudar un poco a los repegones, abrí un poco mis piernas y dejé que sus roces fueran lo más cercano a mis partes íntimas, sin embargo, la gente comenzó a bajar en el trayecto y poco a poco fueron cediendo los repegones hasta que el caballero se bajó en algún punto del camino. Al llegar a mi destino, me bajé muy alterada y confundida, después de algunos minutos reaccioné y sentí ganas de llorar. Me sentía culpable, sentía que le había fallado a mi esposo porque eso me había gustado mucho, estaba realmente excitada y mi vagina estaba húmeda, lista para ser penetrada, por más que quise no pude sacarme de la cabeza la imagen de ese caballero extraño durante las horas de trabajo, no podía concentrarme pensando en lo que había pasado. En la noche cogí salvajemente con mi esposo, pero al cerrar mis ojos me imaginaba que era aquel hombre extraño y atrevido que me cogía rico.

DESDE ESE MOMENTO TENGO GUSTO POR LOS HOMBRES EXTRAÑOS, LLÁMAME Y CÓGEME RICO.